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24 marzo, 2023

Reporteros en Movimiento

Información sin Censura

Por Jesús Delgado Guerrero

Según el clásico del pesimismo fulminante, tiempos desesperados requieren de medidas desesperadas o, lo que es lo mismo, cualquier circunstancia es propicia para pegarse un balazo.

En medio de telúricos acontecimientos, la dualidad del “alma nacional” muestra una fuerza juvenil que parece decir: el futuro nos pertenece, pero también una miseria aferrada a no escamotearse ningún tormento. En esto, en el manual de anti-ayuda (estilo Ciorán) la medicina es un tajante “suicídate mientras puedas” en la parte institucional, donde no se ha aprendido la lección:

Los sismos de 1985 “desaparecieron” 4 mil camas en un solo hospital y afectaron a más de 20 mil viviendas en el ex Distrito Federal, entre muchas otras calamidades, pero “aparecieron mercenarios de la desgracia” que no escatimaron empeños (el ex presidente Miguel de la Madrid recordó una “situación tan desagradable como si alguien aprovechara un pésame para tratar un negocio con los deudos”, luego de que directivos de una firma automotriz dieron su donativo a cambio de figurar en la prensa “y aprovecharon para tratarme la problemática de su empresa”).

Pues bien, hoy sobre centenares de cadáveres y toneladas de escombros se alzan voces que quieren cobrársela a partidos políticos y al árbitro electoral. Exigen que parte o todas sus prerrogativas se utilicen en la reconstrucción, no en campañas electorales.

Cierto, las cúpulas partidistas están repletas de personajes con fortunas más que sospechosas y no se les confiaría la cartera ni el bolso (Enrique Ochoa, Ricardo Anaya, etc.), pero los 6 mil 700 millones de pesos de los partidos no van a servir de mucho, incluso sumando los 18 mil del INE y los 9 mil millones de pesos del Fondo Nacional de Desastres (Fondem), considerando la catástrofe en la Ciudad de México, Estado de México, Morelos, Puebla, Oaxaca y Chiapas.

No habría mejor forma de terminar de abrirle la puerta al crimen organizado (narco) y/o consolidar la simbiosis poder político-poder económico, demoliendo los pocos espacios públicos, fortaleciendo además la demagogia (ésto, en vez de exigir cuentas y acotar a facciones recicladas y corruptas).

¿Por qué no se exige que el pago de intereses de la deuda pública, que alcanzó 608 mil millones de pesos en 2017, se canalice a la reconstrucción? Es casi 18 veces el gasto de partidos, INE y Fondem juntos.

Ese pago representa 2.8 por ciento del PIB y para 2018 se calcula que será de 3.3 por ciento. Se está estimando que la devastación sísmica significará 1 por ciento del PIB, 2 por ciento menos que en 1985. 

Estridencia pichicata, hasta el neoliberal de De la Madrid entendió que, en emergencias, “no es socialmente posible” dejar “libres a la fuerzas del mercado”: negoció con acreedores y logró diferir pagos. Los especuladores han ganado mucho sin mover un dedo, ni siquiera se han mostrado a la opinión pública como tales, sino como “inversionistas, mercado, innovadores», etc.

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