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17 junio, 2024

Niveles de Pobreza Honduras

Por Jesús Delgado Guerrero

Los “estratólogos” del voto de los comicios para renovar la gubernatura del Estado de México han ofrecido algunos datos respecto del perfil de los ciudadanos que emitieron su voto. Los hubo, claro, de género y grado de escolaridad, pero de un plumazo se borró la vida económica de los sufragantes como factor de su comportamiento.

Se trata de una omisión que inhibe una aproximación a la “utilidad democrática” del ejercicio, donde la economía como tal, ya de por sí de racionalidad acotada como aseguran los estudiosos, brilló por su ausencia a la hora de estructurar las estratificaciones (ocho millones de pobres habrían servido como referente de la teología bárbara de la depredación y la generación de pobres por catálogo, conocida como “neoliberalismo”).

Ignorado ese campo por académicos y comentaristas, los ciudadanos entraron al relevo, incluso con pinceladas de cuasi “científicos del alma”: “En esta casa no somos Mazo-quistas”, decían las mantas que colocaron en las fachadas de sus hogares miles de mexiquenses, en alusión a uno de los aspirantes.

El mensaje fue: quién sería capaz de elegir a su verdugo, a alguien que, por ejemplo, votó por el gasolinazo y agudizó su empobrecimiento en nombre del progreso, amén de representar a una clase política y clanes familiares de negocios opacos (de generación en generación, las generaciones se degeneran con mayor degeneración, según Cantinflas, cierre de los “Obsesivos Días Circulares”, de Gustavo Sainz, con sus mexicanos ignorantes, aterrados, tibios y, al final, víctimas de su conservadurismo).

Enamorado de los males existentes, al “Masoquense” (derivado del gentilicio mexiquense, según la sicología popular, rival del “Chilango Incomprendido”, de Alex Lora y su “defequense por necesidad”) no se le podría “revisar la cabeza” sin antes haberlo inscrito en algún comedor comunitario (objetivo populista de conservadores y presuntos liberales).

En la misma forma, los mensajes que envolvieron el proceso y los resultados de la demografía-electoral “masoquense” no pasaron inadvertidos: “me vale si no soy popular, ahí les va el pariente”, así como la propaganda con tufo a Palacio de Covián -con la venia desde Los Pinos- para intentar desviar la atención del problema principal (pobreza) y darle triple muerte a los muertos (física, mediática y judicialmente).

También, el hecho de que el compadre del Presidente no haya votado porque “esta no es la credencial, tengo otra y quizá traje la equivocada”, no habla tanto de un olvido como de una costumbre: “tenemos otras, miles” (y a seguir operando -a favor y en contra- que es domingo y el Valle de México es extenso).

Más: si el gobernador no pudo ganar ni en su casa (Ecatepec), ¿cómo aspira a la “grande”? Y finalmente: perder los municipios conurbados importa un comino, igual Masoquenses y no Maloqueases. Sí, después de Toluca todo es Atlacomulco.

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