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26 abril, 2024

neoralismo

Por Jesús Delgado Guerrero

Lo malo de las “malas noticias” no es que difundan, sino que el público termina acostumbrándose de manera tal que, cuando surge por ahí una en sentido contrario o por lo menos “neutral”, se ve más como una “anormalidad” que como un asunto de gorros y serpentinas.El horror es usual y el escándalo, con o sin razón, es parte de un ejercicio diario que no se alcanza amortiguar con una reducción en el precio del tanque de gas, sucedido luego de varios incrementos que fueron justificados por condiciones de volatilidad, de convulsiones en los mercados energéticos, baja de precios petroleros y un largo rosario donde hasta el bocazas Trump ha aparecido como el malvado de un cuento de terror para ocultar los ataques especulativos al peso.

“Las buenas noticias cuentan y cuentan mucho, valen y valen mucho”, se dice ahora, tal como se propuso hace casi 34 años cuando de lo que se trataba era dar el salto a ese modelo económico depredador que ha sido el neoliberalismo, y para que no se hablara mas de corrupción (¿remember Miguel de la Madrid y la “Renovación Moral de la Sociedad”?) tras los trastupijes registrados durante el sexenio de José Lopez Portillo y los escándalos de su amigo de infancia, Arturo Durazo Moreno (ambos, junto con Luis Echeverría Álvarez, integrantes de celebre “pandilla” infantil de la colonia del Valle, en la ahora Ciudad de México)

¿Cómo una reducción del 3 por ciento en el costo del tanque de gas podría arrancar aplausos en medio de la situación actual? La verdad, se dice que sólo Hércules pudo limpiar en un día los establos de Augías, pero esto es sólo leyenda, aunque no faltará quien diga que, ciertamente, en las  actuales condiciones políticas y económicas del país se necesitaría al menos desviar el cauce del río para desalojar toda la suciedad acumulada.

Porque… ¿de qué manera decirle a la sociedad que después de 34 años de “reformas estructurales” éstas registran saldo 55.3 millones de pobres? ¿Con qué cara se les puede anunciar un nuevo recorte al presupuesto sin mencionarles que la austeridad ha sido el platillo de casi cuatro décadas pero, además, que hay que pagar más por los combustibles, comida, vestido, calzado, etc., y todo con un salario que ha perdido más de 70 por ciento de su poder adquisitivo?

También, ¿cómo contar, por ejemplo, que el pasado mes de julio fue el más violento del sexenio, con más de 2 mil asesinatos, sumando ya 12 mil 376 en siete meses? Es 16 por ciento más que el año pasado. Tal vez lo bueno aquí es que muchos somos espectadores (igual que la autoridad) y que la industria funeraria vive una época de esplendor.

¿Cómo contar, pues, la pobreza, el hambre, la depredación económica y la violencia asesina? Lo de menos es exponerse a un lance foxista a propósito de la declaración 3D3 (“esas ya saben dónde se dan”, expresaría el ex mandatario) pero ni el optimismo asalariado ha logrado convencer con su narración por una perogrullada: no hay cómo sostenerla.

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