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19 abril, 2024

Buenas tardes, mi nombre es Emma B. Y esta es mi historia…
El día 26 de junio, me recomendó un hombre llamado Charles, que escribiera lo que a mí me sucedía para que sirviera como testimonio de lo que un hombre de ideología “izquierdista” podía hacer en público y lo que hace en su casa, conmigo.

Hace más de tres años de noviazgo a distancia, con múltiples visitas mensuales y, comportándose como un caballero en todo momento. Era un hombre atento, cariñoso (aunque en público no le agradaba expresar sus sentimientos, nunca soltó mi mano como muestra de amor), fiel, inteligente, sonriente y siempre estaba conmigo cuando más lo necesitaba, estábamos enamorados, dicen que estar enamorados dura aproximadamente tres semanas, estoy segura que durante tres años estábamos enamorados.
Así que decidimos vivir juntos en este año, siempre aparecía algún problema externo a nosotros para que los planes cayeran. Finalmente en abril me fui de mi casa para irme a vivir con él a Puebla, el primer mes fue un mes maravilloso, parecía que la relación de pareja iba “viento en popa”, pero terminando el mes de abril empezaron algunos problemas por las costumbres que cada uno tenía, y dejamos de sentirnos estables, los problemas que teníamos de inmediato eran resueltos en la cama, nos olvidábamos de los problemas y estábamos más felices (en apariencia) hasta que volvíamos a tener otros problemas. Él era mi segundo novio y aunque siempre me trato bien, en el mes de mayo cambio totalmente. Empezó primero con pequeños regaños:
“No uses esa blusa, te ves mal,
No pongas esa canción,
Ponte otro pantalón,
Te escuchas tan vulgar,
¿Porqué miras las estrellas?,
No seas cursi,
No publiques estupideces en tu Facebook,
Da de baja tu cuenta de Twitter,
Abre tus cuentas, quiero leer con quién rayos te escribes,
No voy a correr a mis invitados, esta es nuestra casa,
Atiende a nuestros invitados, no seas grosera
No sabes cocinar,
No haces nada en casa,
Compórtate,
Te ves gorda,
Deja de verte al espejo,
Ni te ves tan joven,
Cambia tu acento norteño,
Pareces sirvienta, pareces gata,
Escucha música clásica, escuchas puras pendejadas,
Dime con quién estas saliendo,
¿Por qué te ríes?
¡Ay sí, estoy comunicándome con mi familia!”
Cada uno de sus regaños eran tan dolorosos, deje de sentirme segura de mi misma, si de por sí me ha costado tener un poco de autoestima, él terminaba aplastando mis sentimientos. Era una mujer muy asediada por hombres y mujeres, me acostumbre a los halagos desde que estaba en la secundaria, me acostumbre que había peleas y discusiones por mí, me acostumbre a las propuestas indecorosas y formales, pero por eso decidí que sería una mujer selectiva que solo podía salir con hombres que cumplieran toda la lista de requisitos, por eso mi falta de experiencia en las relaciones amorosas, me basé en una lista que hasta ese momento solo dos personas habían cumplido cabalmente.

Me sentía bonita, todas las personas siempre me decían: esta hermosa, que belleza de mujer, que guapa, ¿eres actriz? ¿Eres modelo? ¡Qué joven te ves! No aparentas tu edad, ¡qué esbelta! Qué bonito cuello, y muchos otros me ofrecían trabajo de cantante, de modelo de lencería, de imagen corporativa, de locutora, de oficinista y de asistente de un gobernador, actualmente. Pero mi entonces pareja, se molestaba si escuchaba que sus propios amigos me ofrecían trabajo, se molestaba si me halagaban, se molestaba si alguno de sus amigos no dejaba de mirar mis ojos o de querer acercarse a mí, o a tocar mi cabello, se molestaba si alguno de sus amigos me enviaban solicitud de amistad en el Facebook o empezaban a seguirme en el Twitter, se molestaba pero conmigo, no se molestaba con ellos, yo era la culpable si sus amigos me decían lo hermosa que era, estaba empezando a tener celos, muchos celos.

Yo solo salía de la casa cuando lo acompañaba a algún evento. Me sentí encerrada, me ahogaba, le comente que vine a vivir con él, pero también a buscar un trabajo para apoyarlo, mis tarjetas estaban empezándose a vaciar, me quedaba dinero suficiente para mantenerme dos meses mas y sin problemas, a él no le estaba yendo bien y tuve que aportar a la casa y hasta prestarle dinero para que le enviará dinero a sus tres hijos. Pensaba: no está bien de dinero, tengo que apoyarlo, ya nos va a ir mejor.

En un evento, una obra de teatro, él estaba platicando con sus amigas, y a mí frente a ellas me presentaba como una amiga, frente a sus amigos decía: es mi mujer. En esa obra de teatro, estaba coqueteando con tres de las cinco actrices del acto, iba con una y con otra, y ellas sabiendo que era la pareja de él, ellas le tomaban la mano y le acariciaban, le sonreían y movían su cabello, otra de ellas se dejo “arrinconar” en lo más oscuro del lugar mientras él pasaba su mano cerca de su cuello. Yo me sentí humillada, estaba cerca de él, no le pude reclamar nada, pasaron cuatro días y al fin pude comentarme que me decepciono y él solo dijo: ¿de que rayos hablas?

Unos días después dejo su computadora en casa y yo leí todas las conversaciones, él conquistaba a muchas mujeres por medio del Facebook, les decía lo hermosas que se veían, les decía que estaban guapas, que la ropa se les veía bien, a varias les pidió fotos, y la mayoría accedió a compartir imágenes de ellas desnudas, concretaron varias citas, durante nuestro noviazgo e incluso mientras empezamos a vivir juntos, me sentí destruida. Cuando llego a la casa, no dije nada, me quede callada dos días y el tercer día le reclame sus conversaciones, lloré, grité, todos los vecinos entraron a casa, yo estaba en la azotea de la casa, me lance y él pudo alcanzar a tomarme del brazo. Me encerró, y se fue a beber a un bar, regreso el día siguiente.

Se molesto tanto cuando me preparé para buscar empleo, me grito, me desgarro la ropa y me sentó en el sillón, me dio un libro y me dijo: Leer es lo único que tienes que hacer, no quiero que sigas igual de tonta, eres mi mujer y yo te voy a mantener, tú no sabes hacer nada. Me sentí mal, llegue a pensar que era cierto, que solo debía de leer, pero desgarro mi ropa y no podían dejar de lagrimear mis ojos y agachar la mirada. En esos momentos me quito el libro de las manos, y se sentó a lado mio, y empezó a cubrirle con la misma ropa, me levanto la cabeza para mirarme directamente y me dijo: no llores amor, pero me desespera no tener dinero, no quiero que vayas a trabajar, yo soy tu hombre y yo debo de mantenerte. Me abraza y lo abrace.
A los pocos días le dije que pensaba que viviríamos solos, yo tengo un sueño ligero, y su hijo que dos años menor que yo, iba cada tercer día a hacer fiesta en la casa, a partir de las 8 de la noche y se desvelaban hasta las 5 de la mañana y se iban de ahí hasta mediodía y a veces pasaban tres días enteros en la fiesta, se comían toda la despensa que semanalmente yo compraba, dejaban los baños sucios con vomitada y salpicada, el olor a cigarro se impregno en los libros, en las cortinas, en los sillones y hasta en mi ropa.

El problema no solo fue su hijo, también lo eran sus amigos que llegaban diariamente y sin avisar, quedándose hasta las 4 de la mañana, bebían y empezaban a discutir y después de unas horas se ponían a cantar con él, jamás pude dormir en la casa. Si yo subía a dormir, él subía y empezaba a reclamarme, me gritaba que era una grosera y vulgar, que mi papel era hacer sentir a nuestros invitados que esta también es su casa. Le contestaba que sus amigos no dejaban de verme, que me sentía incomoda. Él respondía: “¿estás bien loca? Ellos son mis amigos y entre amigos no vemos a nuestras mujeres más que como amigas”. Ese fue el primer día que me dijo zorra. Lloré y estaba desesperada, ya no podía aguantar, él desde hace meses sabía que tenía en mi cuerpo un extraño dolor, juraba que nos iba a ir bien y que me atendería un doctor lo más rápido, según él quería verme muchos años más y bien sana… sentí su apoyo, porque nunca me mintió, me hablaba de corazón, sabía que era pobre y eso no me importaba, sabía que sus problemas económicos se mezclaban con sus gritos y sus insultos, se desquitaba conmigo.

No tenía ni un amigo en este estado, no tenia en quien confiar. Me tragaba los problemas, me sentía la mujer más horrible, él hacía sentirme fea, con sus besos y abrazos, con sus palabras volvía a envolverme, terminaba disculpando sus ofensas, aunque nunca me pidió perdón, me demostraba su arrepentimiento abrazándome fuerte y mirándome a los ojos con ternura. Aun así no salía de la casa, y él salía a su trabajo, regresaba después de dos horas, y en la noche salíamos juntos. Todos los días así pasaron. Empecé a planear mi muerte, el día 20 de mayo me lanzaría del tercer piso. Charles me detuvo, tomo mis manos y me escucho.

Hoy Charles sabe que tengo cáncer… quiere que vivamos juntos para hacerme feliz, también quiero hacerlo feliz. Al fin despúes de un mes me decidí a liberar esta historia, quería hacerlo antes, pero aun no terminaba de aceptar que lo que me sucedía era algo que no tenía por que pasar, y ninguna mujer debería de soportar una historia parecida. Estoy lastimada, pero quiero recuperarme, por el poco tiempo que me queda podré ser y luchar para ser la mejor.

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