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25 abril, 2024

FRANCISCO GÓMEZ MAZA

  • Un amarre político con los dueños
  • Brilló el de la sonrisa socarrona
  • Los jardines y el llamado Palacio Central del Museo Nacional de Antropología e Historia se vistieron de gala, la tarde de ayer lunes. El presidente electo Enrique Peña Nieto tuvo un convivio con lo “más granado” de México, con la creme de la creme empresarial, académica, artística, institucional, política y mediática, que con su sola presencia dio su apoyo total al próximo inquilino de la residencia presidencial de Los Pinos. Un encuentro con “Los 300 líderes de México 2012”.

Un amarre más importante para Peña Nieto que todos sus encuentros con los sectores populares (el me dirá que no), porque significa el sustento de su gobierno y de sus políticas públicas en materia económica, política y social, bajo los dictámenes del mercado libre. Hombres y mujeres de las clases dominantes arroparon al joven mandatario electo.

Los medios informativos, la prensa escrita, la radio, la televisión, el “periodismo” digital, comisionaron a sus reporteros, fotógrafos y camarógrafos, que testificaron el encuentro en un sitio histórico, que muestra al mundo la riqueza arquitectónica y cultural, del México precolombino, blindado hasta las cachas por soldados del Estado Mayor Presidencial.

Los asistentes degustaron bocadillos, aguas frescas, refrescos y hasta un poco de alcoholes, pero poquito, antes de acceder, con riguroso gafete de invitados, al área donde serían homenajeados los 300 y los intelectuales dieran sus consejos al nuevo presidente, el Palacio Central del Museo.

Entre los “300” fueron incluidos hombres del billete grande como José Zozaya, Fréderic García, Carlos Canales, José Manuel Madero y Pedro Padierna, así como los siete gobernadores recién electos: Jorge Aristóteles Sandoval, de Jalisco; Miguel Márquez Márquez, de Guanajuato; Luis Graco Ramírez Garrido Abreu, de Morelos; Manuel Velasco Coello, de Chipas; Rolando Zapata Bello, de Yucatán; Arturo Núñez Jiménez, de Tabasco, y el gobernador del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera.

Asistieron flanqueando a Peña Nieto, personalidades como Pedro Joaquín Coldwell, presidente nacional del PRI; Miguel Ángel Osorio Chong, ex gobernador de Hidalgo y coordinador de política social y seguridad pública del equipo de transición; el joven economista Luis Videgaray, el hombre fuerte del presidente electo (quien h tenido que aclarar que jamás será el diabólico parlanchín, afrancesado, de José Córdova Montoya, quien prácticamente gobernó México en el sexenio salinista).

Apareció también por las carpas de lujo montadas sobre el césped del Museo la satanizada maestra chiapaneca Elba Esther Gordillo Morales; el presidente del Instituto Federal Electoral, Leonardo Valdés Zurita, y – ¡no podía no estar ahí! – el mismísimo diablo de San Jerónimo, Carlos Salinas de Gortari, el de la sonrisa burlona y socarrona, que acaba de declarar que sólo se la podría quitar con una cirugía.

La dirigencia del Partido de la Revolución Democrática, con Jesús Zambrano Grijalva a la cabeza, se apersonó también, luego de que quedó definida su raya con el “radical” ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador. En el encuentro de los 300 líderes de México.

Gerardo Gutiérrez Candiani, dirigente del Consejo Coordinador Empresarial (la cúpula de cúpulas del poder económico); Federico Reyes Heroles, presidente rector de Transparencia Mexicana, y Alejandro Ramírez, presidente de la cadena de las salas Cinépolis, eufóricos, hablaron de un frente común de todos los sectores en favor del avance del país.

Reyes Heroles  resaltó “el importante avance” que se está dando con la iniciativa presentada por Peña Nieto para combatir la corrupción.

Estuvieron presentes Víctor Flores, dirigente de los ferrocarrileros, y hasta “El Santo”, el enmascarado de plata. Pero el ex presidente Salinas, con su cabeza rapada y su risa histriónica, opacó casi todo, hasta la presencia de los miembros del Consejo Ejecutivo de Empresas Globales.

Peña Nieto les habló de sus propósitos, promesas y compromisos de principios de sexenio, en materia de combate a la corrupción, trasparencia y rendición de cuentas, que durante su mandato será obligación no sólo del gobierno federal, sino de los gobiernos estatales y municipales.

Al respecto, Peña Nieto asistió a la reunión con “Los 300”, luego de que al medio día, en una ceremonia celebrada en el hotel que antes se llamaba Nikko, enfrente del Auditorio Nacional, entregó a los senadores priístas, pastoreados por Emilio Gamboa Patrón, la iniciativa de reformas constitucionales en materia de trasparencia, que tendrán que discutir y aprobar los padres conscriptos a partir de hoy martes, para que luego sea discutida por la Cámara de Diputados.

En realidad, el encuentro en los jardines del Museo fue algo así como una ceremonia de reconocimiento a los 300 líderes más influyentes de México del año 2012, organizada por la revista Líderes Mexicanos. Y aprovechada para rendir pleitesía a Peña Nieto.

analisisafondo@cablevision.net.mx

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