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17 junio, 2024


JUAN LÁZARO SANTIAGO

¿En qué momento el gobernador Eruviel Ávila Villegas, perdió su autoridad ante la sociedad que gobierna en Edomex? ¿En qué momento las policías, ministerios públicos, jueces y procuradores perdieron el respeto de la ciudadanía?

Hoy es cada vez más frecuente que los mismos ciudadanos tomen la justicia por su propia mano; golpean, apedrean, cuelgan o queman a cualquier persona, sea o no sea culpable de algún delito o crimen.

El ciudadano en instante se convierte en juez, parte y verdugo.

El pasado 16 de mayo de este 2016, padres de familia planearon con alevosia, premeditación y ventaja la agresión de un profesor de danza de un colegio particular de Chalco, para acusarlo, golpearlo y sentenciarlo como violador de niños.

Ni siquiera se le dio el beneficio de su presunción como abusador sexual. Fue sentenciado por los padres de ser un «maldito violador».

Pero al cumplir con su «propia justicia» rompieron las mismas leyes que nos rijen. Allanaron una propiedad privada, causaron daños, golpearon al personal docente y dañaron psicológicamente a niños que estaban en sus aulas.

Ellos mismos se convirtieron en violadores de nuestras leyes.

¿Y sabe usted porqué la autoridad ha perdido credibilidad con la sociedad? Porqué no actúan contra todos los que quebrantan las leyes!!

Es más, abonan a que la misma ciudadanía haga justicia con su propia mano, cuando un fiscal y un juez de control aseguran que el profesor acusado de violador fue encontrado en «flagrancia», es decir «con las manos en la masa» o en el cuerpo de algún niñito, cuando la realidad era otra.

Ese día en que los padres de familia agredieron al profesor, él bajaba de su vocho y estaba en la calle ¿dónde está la «flagrancia»?

Pero en fin, en ese caso, ya saldrá el veredicto final de un juez oral y entonces se sabrá la verdad del profesor que fue condenado y castigado antes por un grupo de padres de familia. Sus jueces, sus verdugos.

Ahora vayamos a lo que sucedió en el pueblo de Atlatongo, municipio de Teotihuacán, donde la misma ciudadanía se convirtió en «agentes investigadores y torturadores» para sacarle la verdad, a tres secuestradores.

¿Y porqué los vecinos de Teotihuacán torturaron y mataron a golpes a dos secuestradores? Simple. Porque nuestra justicia mexiquense y el sistema político que representa el gobernador Eruviel Ávila, están podridos, no tienen ni la mínima credibilidad.

Además, porque no hay resultados de los gobernantes, procuradores y policías ante la ola de secuestro y extorsiones. Siempre maquillan sus cifras, presumiendo de falso resultados y de que bajan los índices delictivos, cuando la realidad es otra.

Y ese es el hartazgo de nuestra sociedad, de que las autoridades no cumplan con su tarea fundamental de proteger al ciudadano. Por eso existe la «justicia por propia mano».

Y cuando una autoridad como lo fue el subdirector de la policía de San Vicente Chicoloapan, Jacob Peláez, trata de cumplir con su deber al acudir a un llamado de la ciudadanía, para detener a un mototaxista-asaltante, es brutalmente golpeado por enardecidos compinches del ladrón hasta causarle muerte cerebral.

Entonces, ¿dónde está la justicia? Los mototaxistas asesinos andan libres, la familia del también llamado comandante Leopardo, quedó desamparada; el alcalde de Chicoloapan, Medardo Arreguin, se da golpes de pecho, pero no les da seguros de vida a sus policías, para que sus familias no queden desprotegidas cuando ocurran estos casos.

Además, en los casos del profesor de Chalco, los linchados de Teotihuacán y el asesinato del comandante Leopardo de Chicoloapan, no se activaron los protocolos de seguridad de las policías estatal y municipal.

Ni funcionó el mando único que tanto presume Eruviel y Enrique Peña Nieto desde hace tiempo.

En Chicoloapan prácticamente dejaron morir solo al subdirector de la policía, no llegó el apoyo policial a pesar de que se dio aviso a tiempo; en Zumpango, la reacción de la policía estatal fue tardía.

Llegaron más de mil elementos, cuando ya la población enardecida había terminado de linchar a los secuestradores.

Y en el caso del profesor de Chalco, llegó primero la policía municipal, pero al conocer a uno de los padres agresores por ser jefe de los bomberos del municipio, le permitieron seguir con la golpiza al presunto violador.
¿Dónde está la autoridad? ¿Dónde está la reacción de ese tan famoso mando único que tanto presume Eruviel y sus colaboradores? ¿Dónde está la justicia?

¿Es necesario que padres y pobladores de una comunidad se conviertan en jueces, partes y verdugos para que se castigue a personas sospechosas de cometer algún delito? Al tiempo.

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